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    última crónica de Grecia

    Una vez volvemos de Lavrio, dedicamos la ultima noche en Atenas a despedirnos de las personas que nos reciben cada vez que vamos a esta ciudad, y que nos permiten entender su realidad tan intensa y tan cambiante. Entre ellas por fin conseguimos encontrarnos con Aram, un chico kurdo que el año pasado nos acogió junto a su familia y nos permitió vivir en primera persona la realidad de una familia kurda que consiguió salir de Samos y llegar a Atenas. Nos cuenta que sigue con su proceso de asilo, van casi tres años, pero que ya no le provoca ansiedad, porque ha optado por  pensar en positivo en lugar perder energías por culpa de los muros legales que levanta la UE. A pesar de que los tramites lleven años, y de realidades durísimas como la de los menores no acompañados, nos confirma la idea de que las cosas se han estabilizado en Atenas, pero que las islas son otra cosa.
     
    Al día siguiente, nada mas llegar a la isla de Lesbos, la mas al Norte de las islas del Egeo, nos recibe nuestra compañera que lleva mas de un año trabajando allí con las personas migrantes y haciendo denuncia política.Fueron tres días muy intensos que nos permitieron conocer la realidad de un lugar donde, a pesar de que ya no se hable de ello en los medios de comunicación, siguen llegando desde Turquía personas de Asia, África e incluso América Latina. Personas que pagan miles de euros para jugarse la vida en balsas con el objetivo de llegar a Europa.
     
    A pesar de lo que ya nos habían contado, conocer Moria en primera persona nos impacto. Pudimos pasear por las afueras del campo entre las laderas de barro, las tiendas de campaña improvisadas, los olivos y las marañas de cables en las que viven actualmente unas 3000 personas. Esta zona funciona como ampliación del campo de Moria, que se encuentra saturado con unas 5000 personas cuando tiene una capacidad para unas 3000. Las condiciones de vida y las escenas que pudimos ver e imaginar, las miradas, los saludos y las palabras de las personas con las que nos encontramos, nos hicieron entrar de golpe en una realidad que ya no es noticia, pero que refleja claramente las políticas migratorias criminales de la UE. Comprobamos como Moria es un campo de concentración con el que la UE trata de bloquear y escarmentar a las personas que han llegado hasta aquí en busca de una nueva vida. Y también volvemos a darnos cuenta de que es una forma de disuadir a tantas otras personas que pretenden llegar a Europa, esa supuesta tierra de derechos que da la espalda a todas estas personas.
     
    ¿Cómo se puede entender sino que los procesos de asilo duren más de tres años?, ¿Y que se haya rechazado un proyecto de Médicos sin Fronteras para organizar y gestionar el campamento de Moria con unas condiciones mínimamente dignas?, ¿Por que la gestión del campo se concede a Eurorelief, un ONG de base evangelista que mantiene unas condiciones de vida lamentables, y de la que solo nos llegan denuncias e historias para no dormir?, ¿Que hace ACNUR con los más de 25 € por persona y día que recibe por cada persona que llega a Grecia?.
     
    No es una cuestión de dinero. Si se suman los fondos que destinan la UE y ACNUR, y las donaciones privadas que llegan a las islas, todas estas personas podrían vivir en pisos y con todas sus necesidades cubiertas. Pero ellas no quieren limosnas, quieren moverse libremente y tener acceso a las oportunidades de vida que se les han negado hasta ahora. El problema fundamental es que la UE no le interesa encontrar soluciones. Todo lo contrario. Hemos podido comprobar como existe un interés por parte de la UE, con la que colabora ACNUR, de mantener a estas personas con unas condiciones de vida inaceptables. No se les reconoce como personas, se les deshumaniza presentándolas como una avalancha, una invasión, y se les trata como a delincuentes. No hay ninguna intención por parte de las instituciones de buscar soluciones dignas a esta situación.
     
    Ante esta situación, se han ido desarrollando en Lesbos diferentes proyectos para mejorar las condiciones de vida de las personas que se encuentran bloqueadas en esta isla, y durante estos días pudimos conocer algunos de ellos. Desde el camping okupado de Pikpa, en el que las personas más vulnerables pueden escapar de  Moria y vivir en condiciones dignas , hasta Home For All, No Bordes Kitchen, la Movil Kitchen o Zaporeak, que ofrecen miles de comidas dignas al día alternativas a las que se ofrecen en Moria. Desde Refugees4Refugees o The Hope Project hasta 1 Happy Family, que ofrecen ropa y diferentes tipos de actividades durante el día para personas de todas las edades. O los proyectos de Mosaik (formación, actividades de ociao y lazos con la comunidad local), Legal Center Lesvos (Apoyo legal) y Lesvos LGBTIQ+ Refugee Solidarity (apoyo integral a personas LGBTIQ+).
     
    Si no fuera por el trabajo de todas las personas, proyectos independientes y algunas organizaciones allí presentes, más personas morirían en el mar intentando llegar a la isla, más personas morirían de frío en el campo de Moria, más mujeres y menores serían agredidas, y más personas intentarían suicidarse desesperadas por esta situación.  Pero a pesar del trabajo de estas personas, proyectos y organizaciones, solo vemos una solución posible. La que piden las personas con las que pudimos hablar en Lesbos y en Atenas. Vías legales y seguras para llegar a Europa. O dicho de otra forma, tener derecho a moverse de un lugar a otro igual que tu y yo.
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